Dos monumentos sorprendentes: Las iglesias fortaleza

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Puede que nunca pensaras que leerías alguna vez estos dos nombres seguidos, pero si lo piensas bien, durante la Edad Media hubo periodos muy belicosos y Salvatierra tuvo la suerte de contar con dos obras maestras de la arquitectura.

Junto con la Casa de las viudas, estos dos edificios suponen parte del patrimonio histórico más antiguo Salvatierra (al margen de los yacimientos arqueológicos paleolíticos). Sobrevivieron a una de las pandemias más fatídicas que se recuerdan y a un incendio que arrasó con el poblado, además de defender a los aguraindarras de ataques y acometidas.

Tanto es así, que corre la leyenda por Salvatierra de que ambas iglesias fortaleza, Santa María y San Juan, se conectaban mediante un pasadizo secreto que cruzaba por debajo del suelo de una a otra. Según dicen, su uso se explotó para poder moverse de un lado a otro de la aldea sin ser visto en tiempos de guerras y ofensivas.

La iglesia fortaleza de San Juan

A finales del siglo XV se levantó uno de los que ha sido un icono desde entonces: la iglesia fortaleza de San Juan, que da nombre a una de las plazas más importantes. Destaca por una estética gótica y un pórtico barroco en el que se puede observar a San Juan Bautista. El templo cuenta con unas dimensiones impresionantes, donde las lisas columnas marcan el camino hacia el altar.

El retablo muestra pinturas al óleo influenciadas por el maestro Rubens acompañado por diferentes lienzos y cuadros que muestran la belleza de Salvatierra. La iglesia cuenta con tres naves con capillas en su interior. Fue una de las más recurrentes para la talla de cuadros y los escudos de armas.

Destaca por su piedra blanca y resistente y por un exterior enfocado también a ser una fortaleza. Se aprecia en la estrechez de sus ventanas para beneficio de los arqueros, por el paseo de Ronda que la rodea y el ábside creado para que ejerciese la función de muralla.

Este punto de defensa era clave junto con la iglesia fortaleza de Santa María. Esta otra construcción no era simplemente un complemento, sino que contaba con atalayas de control para evitar invasiones enemigas o salidas amigas.

La iglesia fortaleza de Santa María

Este otro adalid de Agurain se levantó a comienzos del siglo XVI, junto a una de las puertas principales de la muralla. Cuenta con un retablo considerado por muchos como uno de los mejores que hay en todo el país. Su autor fue un artista local y lo realizo conmemorando a la Virgen María.

En su interior se encuentra ella rodeada de ángeles, figuras que han sido creadas mediante formas simétricas, gestos realistas y una profundidad extraordinaria. Se aprecia un claro paralelismo entre San Jerónimo y el Moisés de Miguel Ángel, de una talla mundial.

Además de ello, se pueden encontrar otras piezas de arte como el Coro de Santa María, una obra que celebra la victoria de los habitantes de Salvatierra sobre los comuneros a favor de Carlos Quinto.

Las referencias artísticas son claras y están hechas con buenas ideas y buen gusto. Tienen motivos religiosos, pero también profanos. Es un buen paralelismo teniendo en cuenta la naturaleza militar de la construcción.

Un reflejo de donde se forjaron

En definitiva, ambos monumentos son símbolos de la historia que ha dejado huella en Agurain Salvatierra. Un lugar que celebra la vida y las tradiciones, pero que sale adelante a pesar de que azote el temporal. Un lugar bello y resplandeciente, pero a la vez preparado para lo peor.

A pesar de que, probablemente, ambas iglesias fortalezas son los reclamos turísticos más valorados por la gente, recomiendo encarecidamente que no se quede solo con ellos. El núcleo urbano tiene un color piedra precioso y las murallas o las diferentes casas que se pueden encontrar en la villa no tienen desperdicio.

La Llanada Alavesa es un valle que permaneció situado entre dos reinos, por lo que la historia y la importancia que la envuelve ha creado núcleos poblacionales repletos de vida e historia. Un espacio próspero para la ganadería y el cultivo y, sobre todo, un espacio bonito, rodeado de sierras y surcado por riachuelos que tintan de verde el horizonte.